Ubicada en la encantadora ciudad de Kreuzlingen, Suiza, se encuentra la histórica Abadía de Kreuzlingen, conocida localmente como Augustinerchorherrenstift Kreuzlingen. Esta antigua abadía de canónigos agustinos, con su rica historia y espléndida arquitectura, ofrece a los visitantes un fascinante viaje al pasado. Fundada alrededor del año 1125 por el obispo Ulrich I de Kyburg-Dillingen, la abadía ha sido testigo de siglos de transformaciones religiosas, culturales y políticas.
Los orígenes de la Abadía de Kreuzlingen están envueltos en leyenda y devoción. La historia comienza con el obispo Conrad I de Constanza, quien sirvió desde 935 hasta 976. En una de sus peregrinaciones a Jerusalén, trajo consigo un fragmento de la Verdadera Cruz, que donó a un hospital que él mismo fundó en Stadelhofen, un suburbio de Constanza. Este hospital fue llamado Crucelin, derivado del latín Crucis Lignum, que significa Madera de la Cruz, un nombre que con el tiempo evolucionó a Kreuzlingen.
Tras la muerte del obispo Conrad, el hospital cayó en desuso, siendo descrito como parcialmente destruido en un documento de 1125 del emperador Enrique V. El obispo Ulrich I, reconociendo la necesidad de renovación, trasladó el hospital a Egelshofen y fundó una iglesia dedicada a San Ulrich y Santa Afra, fusionando ambos en una abadía de canónigos agustinos alrededor del año 1125.
La abadía prosperó bajo la protección del Papa Lucio II y el emperador Federico Barbarroja a mediados del siglo XII, convirtiéndose en una abadía imperial. Sin embargo, su viaje no estuvo exento de desafíos. La abadía fue destruida durante la Guerra de Suabia en 1499 y nuevamente durante la Guerra de los Treinta Años en 1633, requiriendo cada vez una reconstrucción significativa.
Después de la Guerra de Suabia, la abadía fue reconstruida con el apoyo de la ciudad de Constanza, y en 1509, el abad Pedro I de Babenberg reconsagró la iglesia. A pesar de los tumultos de la Reforma, la abadía permaneció firme en su fe católica. La Guerra de los Treinta Años trajo más destrucción, pero la abadía fue reconstruida una vez más, esta vez a una distancia más segura de Constanza, con la construcción completada en 1653.
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La actual iglesia de la abadía, construida entre 1650 y 1653, es una obra maestra de la arquitectura barroca temprana diseñada por Michael Beer y ejecutada por Stephan Gunertsreiner y Melchior Gruber. El interior de la iglesia sufrió una transformación rococó a mediados del siglo XVIII, añadiendo a su grandeza artística. Los frescos del techo de Franz Ludwig Herrmann representan escenas de la vida de San Agustín, mientras que la pantalla del presbiterio, elaborada por Johann Jakob Hoffner en 1737, es un impresionante ejemplo de la artesanía barroca.
La abadía también cuenta con la Capilla del Ölberg, construida en 1760, que alberga un notable Gnadenkreuz y un Calvario. El interior de la capilla, similar a una gruta y adornado con más de 250 estatuas de madera talladas entre 1720 y 1730, crea una atmósfera encantadora y sagrada.
En 1848, el gobierno de Turgovia secularizó la Abadía de Kreuzlingen, confiscando sus propiedades y vendiéndolas. La biblioteca medieval fue transferida a la Biblioteca Cantonal de Turgovia, y partes del complejo de la abadía fueron demolidas. Los edificios restantes albergaron una escuela de formación de maestros, precursora de la actual Pädagogische Maturitätsschule Kreuzlingen. La iglesia de la abadía de San Ulrich y Santa Afra se convirtió en la iglesia parroquial católica local.
Un devastador incendio en 1963, causado por trabajos de soldadura en el ático de la escuela de formación de maestros, destruyó gran parte de la iglesia y los edificios de la abadía. Sin embargo, gracias a los esfuerzos dedicados de los conservacionistas, la iglesia y la abadía fueron meticulosamente restauradas entre 1963 y 1967, bajo la dirección del arquitecto Hans Burkard. El órgano principal, construido por Rieger Orgelbau en 1968, continúa llenando la iglesia con su majestuoso sonido.
Hoy en día, la Abadía de Kreuzlingen se erige como un testimonio de resiliencia y fe. Los visitantes pueden explorar la bellamente restaurada iglesia de la abadía, admirar los intrincados detalles rococó y reflexionar en la serena Capilla del Ölberg. El pequeño museo ubicado sobre la sacristía ofrece un vistazo al pasado histórico de la abadía, incluyendo artefactos del antiguo monasterio y documentación del incendio de 1963 y la posterior restauración.
El campanario de la abadía alberga siete campanas, la más pesada de las cuales fue fundida por Eschmann de Rickenbach. El repique completo de las campanas suena cada sábado, anunciando la llegada del domingo, mientras que la campana más grande se reserva para ocasiones especiales.
En conclusión, la Abadía de Kreuzlingen no es solo un monumento histórico, sino un símbolo viviente del patrimonio cultural y religioso de la región. Sus muros resuenan con historias de devoción, perseverancia y logros artísticos, convirtiéndola en un destino imprescindible para cualquiera que explore la pintoresca ciudad de Kreuzlingen.
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