En el corazón de La Haya se encuentra el Palacio Kneuterdijk, conocido localmente como Paleis Kneuterdijk, un testimonio de la grandeza y elegancia de la arquitectura holandesa. Esta joya histórica, construida originalmente en 1717, es un impresionante ejemplo del estilo Luis XIV, diseñado por el renombrado arquitecto Daniël Marot. Al recorrer La Haya, la majestuosa presencia del palacio seguramente captará tu atención, invitándote a descubrir su rica historia y belleza arquitectónica.
La historia del Palacio Kneuterdijk comienza con la influyente familia Van Wassenaer, quienes encargaron la construcción de esta elegante residencia para reemplazar su antigua casa familiar. Johan Hendrik van Wassenaer Obdam, el propietario original, imaginó un hogar que reflejara tanto estatus como estilo. Tras su fallecimiento, el palacio pasó a manos de su hermano, Unico Wilhelm van Wassenaer Obdam, y finalmente, Marie Cornélie van Wassenaer Obdam lo vendió al rey Guillermo I en 1816.
El rey Guillermo I regaló el palacio a su hijo, el futuro rey Guillermo II, al casarse con Anna Pavlovna. Bajo su propiedad, el palacio experimentó importantes renovaciones entre 1816 y 1820, supervisadas por el arquitecto Jan de Greef. Las mejoras introdujeron elementos neoclásicos, como columnas de mármol y frisos ornamentados, añadiendo un toque de modernidad a la estructura histórica. También se añadió un gran salón de baile, que exhibe filas de sólidas columnas de mármol blanco y arabescos intrincados en el techo.
Uno de los aspectos más cautivadores del Palacio Kneuterdijk es el Salón Gótico, un remanente de las expansiones encargadas por el rey Guillermo II. Inspirado en Christ Church en Oxford, este salón fue diseñado por el arquitecto G. Brouwers y completado en la década de 1840 para albergar la impresionante colección de arte del rey. El Salón Gótico, con sus altos techos y grandiosa arquitectura, sigue siendo un punto culminante del palacio, ahora sirviendo como escenario para actuaciones musicales y otros eventos culturales.
El salón fue inaugurado en 1842 con la boda de la princesa Sophie, hija del rey Guillermo II, marcando su importancia en la historia de la familia real. Hoy en día, continúa siendo una pieza central del palacio, ofreciendo a los visitantes un vistazo al opulento estilo de vida de la monarquía holandesa.
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Tras la muerte del rey Guillermo II, el palacio tuvo diversos usos. Brevemente sirvió como residencia del príncipe heredero Guillermo, y tras su fallecimiento, fue vendido y repurchased por su hermano, el príncipe heredero Alejandro. A lo largo de los años, el palacio ha sido utilizado por la Cruz Roja, el Ministerio de Asuntos Exteriores e incluso como sala de juicios después de la Segunda Guerra Mundial.
En 1983, tras extensas renovaciones, el Palacio Kneuterdijk se convirtió en parte del complejo que alberga el Consejo de Estado. Las renovaciones, dirigidas por los arquitectos Evelyne Merkx y Patrice Girod, preservaron la integridad histórica del edificio mientras lo adaptaban para su uso moderno. En 2011, el palacio fue oficialmente reabierto por la reina Beatriz, reafirmando su estatus como una parte vital del patrimonio holandés.
Los visitantes del Palacio Kneuterdijk pueden disfrutar no solo de su esplendor arquitectónico, sino también de la belleza serena de sus jardines circundantes. El jardín de estilo francés detrás del palacio está abierto al público, ofreciendo un refugio tranquilo en la bulliciosa ciudad. Con sus céspedes meticulosamente mantenidos y esculturas de artistas como Eric Claus y Wessel Couzijn, el jardín es un lugar encantador para un paseo relajado.
Aunque el palacio en sí no está regularmente abierto al público, el Salón Gótico puede ser visitado durante eventos especiales como los Días de Monumentos Abiertos. Estas ocasiones brindan una oportunidad única para entrar en este edificio histórico y experimentar su grandeza de primera mano.
El Palacio Kneuterdijk se erige como un símbolo de la rica historia y legado cultural de La Haya. Sus muros han sido testigos de siglos de cambios, desde residencias reales hasta oficinas gubernamentales, y continúa desempeñando un papel vital en el paisaje cultural de la ciudad. Ya seas un entusiasta de la arquitectura, un aficionado a la historia o simplemente un viajero curioso, el Palacio Kneuterdijk ofrece un fascinante vistazo al pasado y presente de los Países Bajos.
En conclusión, una visita al Palacio Kneuterdijk es un viaje a través del tiempo, donde la elegancia del pasado se encuentra con la vitalidad del presente. Al explorar La Haya, deja que este magnífico palacio sea un punto culminante de tu aventura, ofreciendo historias y vistas que perdurarán en tu memoria mucho después de haber dejado atrás su grandiosa fachada.
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