La Iglesia de San Francisco Javier en San Javier, España, es una fascinante mezcla de historia, arquitectura y espiritualidad. Situada en el corazón de San Javier, esta iglesia parroquial es un testimonio del legado duradero de la fe y la comunidad en la región de Murcia.
Los orígenes de la Iglesia de San Francisco Javier se remontan al primer cuarto del siglo XVII, cuando se construyó una humilde ermita dedicada a San Francisco Javier. Este pequeño santuario se convirtió en el núcleo alrededor del cual comenzó a crecer un asentamiento, que eventualmente adoptó el nombre de San Javier. Durante este período, la población del campo murciano se estaba desplazando gradualmente del interior hacia la costa, impulsada por la amenaza de la piratería berberisca. Esta migración llevó al establecimiento de tres importantes centros de población: Torre Pacheco, San Javier y San Pedro del Pinatar.
En 1698, la ermita fue elevada al estatus de parroquia, con Don Cristóbal Balaguer como su primer párroco. Sin embargo, la estructura actual no se completó hasta el siglo XVIII. Un evento notable en la historia de la construcción de la iglesia ocurrió en 1709, cuando los lugareños de El Pinatar capturaron a dieciocho moros y los emplearon para trabajar en la iglesia a cambio de limosnas. Para 1765, Don Bartolomé Portel era el párroco, supervisando el continuo crecimiento y desarrollo de la iglesia.
El establecimiento de la parroquia de San Francisco Javier jugó un papel crucial en fomentar el asentamiento del nuevo centro de población en el Campo de Cartagena, a medida que la amenaza de los piratas berberiscos disminuía a lo largo de la costa murciana.
La Iglesia de San Francisco Javier presenta una planta de cruz latina inscrita en un rectángulo. Cuenta con una nave central flanqueada por dos naves laterales, cada una con una cabecera recta, y un crucero coronado por una cúpula hemisférica. Un coro alto se encuentra en la parte trasera de la iglesia, y una sola torre adorna la fachada. La iglesia tiene tres capillas a cada lado de las naves laterales, conectadas a la nave central por arcos semicirculares.
Los pilares de la iglesia están adornados con pilastras de orden compuesto, y una cornisa ricamente decorada con líneas rotas y molduras intrincadas recorre la nave. El exterior de la iglesia muestra reformas probablemente del siglo XIX, reflejando las corrientes elitistas del historicismo. La torre de cuatro niveles es particularmente notable, con el nivel superior sirviendo como campanario abierto con cuatro arcos semicirculares enmarcados por pilastras toscanas.
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La Iglesia de San Francisco Javier, junto con la ahora perdida iglesia de Torre Pacheco y la iglesia de San Pedro del Pinatar, fueron las tres primeras parroquias establecidas en la región del Mar Menor. Artísticamente, la iglesia se alinea perfectamente con la tipología de las nuevas parroquias construidas a principios del siglo XVIII en la región, todas las cuales fueron construidas o reconstruidas siguiendo el Concilio de Trento.
Uno de los legados más duraderos de la iglesia es su colección de esculturas. Gracias al testamento de Don Bartolomé Porter, un párroco de larga data, sabemos de la existencia de una estatua de San Cayetano, financiada por el propio Porter. La iglesia también alberga estatuas de San Félix de Valois, el Rosario de San José, Nuestro Señor Jesús Nazareno, el Santo Cristo, el Sagrado Corazón de Jesús y el titular San Francisco Javier, quien siempre ha presidido el altar mayor.
A pesar de los esfuerzos de la iglesia por preservar sus numerosas imágenes y artefactos religiosos, la Guerra Civil Española de 1936-39 resultó en la pérdida de muchas valiosas obras de arte y daños en la estructura interna de la iglesia, incluyendo el retablo y las pinturas. Sin embargo, algunas de estas obras han sido restauradas y recuperadas, con la última restauración llevada a cabo en 1994. Ese mismo año se inauguró el Museo de Arte Sacro de la parroquia de San Francisco Javier el 29 de septiembre.
La iglesia alberga varias obras de arte notables, incluyendo una cruz procesional, un incensario y una naveta, todos elaborados en plata por el maestro Andrés Jiménez de Cisneros. La iglesia también cuenta con un retablo diseñado para adornar la capilla de San Félix de Valois. Además, la iglesia posee dos campanas encargadas al campanero José Muñoz.
Gracias al escultor José Sánchez Lozano, la iglesia ahora tiene una nueva imagen de Jesús en la Eucaristía, que tuvo que ser reconstruida. Otra pieza significativa es la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, creada por el escultor Francisco Sánchez Araciel específicamente para San Javier. La última contribución artística es un retablo construido por el escultor Antonio Carrión Valverde exclusivamente para la Iglesia de San Francisco Javier.
Las pinturas que adornan la iglesia son igualmente impresionantes. La cúpula presenta representaciones de los cuatro evangelistas, pintadas por Manuel Muñoz Barberán, un reconocido artista de la región de Murcia. La iglesia también alberga una pintura votiva del oratorio de los marqueses que vivían en la finca de Torre Octavio. Esta pintura, creada por el artista valenciano Joaquín Campos López, presenta una pintura más pequeña dentro de ella, mostrando un sencillo busto de la Virgen María hecho de yeso o estuco. La parte superior de la pintura se abre para revelar una gloriosa representación de la Santísima Trinidad, con San José, San Francisco Javier, San Antonio de Padua y Santa Gertrudis la Grande debajo, todos vigilados por ángeles.
La Iglesia de San Francisco Javier no es solo un lugar de culto; es un museo vivo de historia, arte y fe. Sus muros y altares cuentan historias de devoción, resistencia y excelencia artística, convirtiéndola en un destino imprescindible para cualquiera que explore el rico patrimonio cultural de San Javier y la región de Murcia.
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