En el corazón de Torrelavega, una animada ciudad en la región de Cantabria, España, se erige una maravilla arquitectónica que atrae la atención y el respeto: la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Esta obra maestra neogótica, conocida localmente como Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, no es solo un lugar de culto, sino también un símbolo de la rica historia cultural y económica de la ciudad. Construida a finales del siglo XIX, la iglesia es un testimonio de la transformación de Torrelavega de un pueblo rural a un centro urbano bullicioso.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción surgió durante un período de significativa expansión económica para Torrelavega. La ubicación estratégica de la ciudad como cruce entre la Meseta y Santander, cuyo puerto prosperaba con el comercio exterior, impulsó su crecimiento. Este auge económico fue complementado por el liderazgo visionario de Ceferino Calderón, un párroco emprendedor que comprendió el cambiante panorama social y económico de Torrelavega. Bajo su dirección, se tomó la decisión de construir una iglesia monumental que reflejara la nueva prosperidad y carácter urbano de la ciudad.
El encargo de diseñar este grandioso edificio fue confiado a José María Basterra, un arquitecto distinguido conocido por su experiencia en arquitectura religiosa. El portafolio de Basterra incluía proyectos notables como la primera iglesia de los Trinitarios en Guecho, las iglesias del Sagrado Corazón en Bilbao y Santander, y la Iglesia de San Juan de Sahagún en Salamanca. Su misión para la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción era crear una estructura majestuosa pero simple que pudiera albergar hasta cuatro mil personas. Basterra aceptó el desafío, elaborando un diseño que mezclaba armoniosamente grandeza con simplicidad.
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La construcción de la iglesia fue un esfuerzo comunitario, con contribuciones significativas de benefactores locales y emigrantes que se habían asentado en América. El terreno para la iglesia fue en gran parte donado por Guillermo Gómez Ceballos, con Justo Alonso Astules y Bonifacio Gutiérrez Somavia entre los principales colaboradores. La generosidad colectiva de los habitantes del pueblo y los expatriados permitió la adquisición de elementos esenciales como campanas, una custodia y varias pinturas. Después de nueve años de trabajo dedicado, la iglesia se completó a un costo de alrededor de quinientas mil pesetas, con la última piedra de la torre colocada en la primavera de 1899.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción fue inaugurada el 15 de agosto de 1901, en medio de gran pompa y celebración. La ceremonia contó con las bendiciones del Obispo de Santander, el Nuncio Apostólico y los obispos de Ciudad Rodrigo y Zamora. La consagración de la iglesia tuvo lugar el 17 de agosto de 1906, por el Obispo de Salamanca, Fray Francisco Valdés y Noriega. La nueva iglesia se convirtió en el hogar espiritual de los residentes de la ciudad, con el Santísimo Sacramento y la imagen de la Virgen Grande trasladados desde la antigua parroquia de Consolación.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es un ejemplo impresionante de arquitectura neogótica, ocupando un área de 1700 metros cuadrados. Las dimensiones del edificio son impresionantes, con una longitud de 53 metros, un ancho de 33 metros y una altura de 19 metros. La torre, que se eleva a 50 metros, es una característica prominente del diseño de la iglesia. La estructura incluye un ábside poligonal, un crucero con la torre erigida en uno de sus brazos y tres naves, siendo la nave central más ancha y alta que las laterales. El diseño incorpora formas simplificadas, evitando una decoración escultórica extensa pero utilizando molduras góticas clásicas y elementos inspirados en los estilos románicos catalán y lombardo.
La iglesia cuenta con varios elementos arquitectónicos únicos. El ábside se resuelve con secciones pentagonales en lugar de las secciones trapezoidales más comunes en las construcciones góticas medievales. La colocación de la única torre sobre el brazo del crucero, que sirve como sacristía, es otra característica distintiva. Debido a la ubicación de la iglesia en las afueras de la ciudad y la falta de espacio urbano circundante, la torre se situó en la fachada sur, alineándose con el eje de la Calle Consolación, que la conectaba con la antigua iglesia del mismo nombre. Dos palmeras, plantadas por el popular sacristán Migio en 1908, acentúan el eje visual como una referencia urbana.
El interior de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción está adornado con varias piezas de arte notables. Entre ellas se encuentra un lienzo de San Miguel de la escuela madrileña, influenciado por los decoradores del Escorial a través de su color manierista y el escorzo de la figura del arcángel. Otras pinturas significativas incluyen representaciones de la Imposición de la Casulla a San Ildefonso y un San Francisco, reflejando la escuela tradicional castellana. La pintura barroca sevillana está representada por una copia de San Leandro de Murillo, posiblemente creada por un discípulo de su taller. Además, destaca un gran lienzo que representa a Santiago a caballo en la Batalla de Clavijo, una copia de J. Sánchez Granados de la obra de Casado del Alisal. La iglesia también alberga una colección de retratos del pintor de Tanos, José Escudero Espronceda, incluyendo excelentes representaciones de los Papas León XIII y Pío X y una hermosa Inmaculada Concepción al estilo de Murillo, todas traídas de México.
La pieza artística más significativa dentro de la iglesia es la excepcional imagen del Cristo de la Agonía, atribuida a Alonso Cano. Adquirida en Madrid por una comisión de montañeses encabezada por Eugenio Lemus, oriundo de Torrelavega y entonces director de la Calcografía Nacional, esta obra maestra se encontraba anteriormente en el antiguo palacio de Las Vistillas, perteneciente a los Duques de Osuna en Madrid. La imagen, catalogada como obra del renombrado artista granadino, fue comprada por 6,000 pesetas, donadas por Ramona Escalante.
El gran órgano de la iglesia, un instrumento de estilo romántico, es uno de los más importantes de la región. Donado en 1917 por Vicenta Astúlez, cuenta con 25 registros con 21 juegos distribuidos en dos teclados y un pedalero, ofreciendo numerosas combinaciones. Construido por la empresa Eleizgaray de Azpeitia (Guipúzcoa), el órgano es mecánico-neumático y actualmente está equipado con un ventilador eléctrico silencioso para llenar los fuelles. Entre los organistas notables que han tocado este instrumento se encuentran Félix Apellaniz Jáuregui, su sucesor José Luis Casta y los nativos de Torrelavega Antonio Guerra y Ángel Lucio Guerra.
A los pies del Altar de la Inmaculada Concepción se encuentran las tumbas de Gonzalo Ruiz de la Vega, fundador de la ciudad, y Doña Leonor de la Vega, madre del Marqués de Santillana y una figura clave en la historia de la ciudad durante el siglo XV. Los restos de Justo Alonso Astulez, uno de los principales colaboradores de Don Ceferino, y el párroco Emilio Revuelta también están enterrados aquí. Estos restos fueron recogidos durante la demolición de la antigua iglesia de Consolación en septiembre de 1936 y fueron preservados en un cofre, gracias a los esfuerzos de Hermilio Alcalde del Río.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción no es solo un edificio religioso; es un símbolo de la rica historia y patrimonio cultural de Torrelavega. Su majestuosa arquitectura, combinada con su importancia histórica y tesoros artísticos, la convierte en un hito de visita obligada para cualquiera que explore la región de Cantabria. Al entrar en esta monumental iglesia, no solo se ingresa a un lugar de culto, sino a un portal al pasado, donde cobran vida las historias de la transformación de Torrelavega y las vidas de sus habitantes.
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