El Castillo de Tureborg, conocido localmente como Tureborgen, se erige como una fascinante y enigmática ruina en la parte sureste de Uddevalla, Suecia. Situado en la cima de una colina, el castillo domina el distrito que lleva su mismo nombre, Tureborg. Esta notable estructura, construida a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, es un testimonio del estilo arquitectónico romántico nacional y de la visión excéntrica de su creador, Ture Malmgren.
Ture Malmgren, un excéntrico político local y fundador del periódico Bohusläningen, fue la mente maestra detrás del Castillo de Tureborg. Nacido en 1851, Malmgren se inspiró en sus viajes por Alemania durante su juventud, donde quedó maravillado por los numerosos castillos y fortalezas medievales del país. Esta inspiración lo llevó a embarcarse en el ambicioso proyecto de construir su propio castillo en Uddevalla.
La construcción del Castillo de Tureborg comenzó en 1899 y continuó hasta alrededor de 1912, aunque parece que el castillo nunca se completó por completo. La visión de Malmgren era crear una fortaleza de estilo medieval con aproximadamente cuarenta habitaciones, un gran salón de caballeros con enormes pilares de piedra, numerosas torres, balcones y altos muros de piedra. Entre las habitaciones había una cámara de estilo beduino, una bolera, una sala de música con tres pianos y varias salas de arte con obras de artistas renombrados como Anders Zorn. Fiel a su estilo, el castillo también contaba con un pasaje secreto que se podía acceder presionando un botón oculto en el panel de madera.
Curiosamente, nunca se utilizaron planos formales para construir el castillo. En su lugar, gran parte de la estructura fue improvisada, basándose principalmente en postales que representaban los numerosos castillos del Valle del Rin. El amigo cercano de Malmgren, el maestro constructor J.A. Widén, desempeñó un papel crucial en la realización de este proyecto poco convencional. A pesar de la considerable riqueza de Malmgren, la construcción fue una carga financiera significativa, lo que lo llevó a comprar y desmantelar casas de madera antiguas en Uddevalla para obtener materiales de construcción baratos.
Al completarse, el Castillo de Tureborg se convirtió en el escenario de numerosos banquetes grandiosos inspirados en el romanticismo nacional de la época. Estas celebraciones incluían cerdos asados enteros y hidromiel servida en tazas de madera, transportando a los invitados a una era pasada de caballerosidad y alegría. Sin embargo, la salud de Malmgren comenzó a declinar en sus últimos seis años, lo que le impidió visitar el castillo, y solo pudo admirarlo desde la distancia en su hogar, Villa Elfkullen. Tras su muerte en 1922, su viuda Hilma nunca volvió a poner un pie en el Castillo de Tureborg, eligiendo quedarse en la base de la colina.
En las décadas siguientes, el castillo comenzó a deteriorarse. En 1942, el terreno fue comprado por August Löfgren, quien lo dividió en parcelas más pequeñas. A pesar de que varios compradores potenciales expresaron interés en el castillo, ninguna de las transacciones se concretó. Entre los interesados estaban dos empresarios cuyas esposas los disuadieron de vivir en el castillo, la Asociación de Escritores Suecos, que quería desmantelar el castillo y trasladarlo al archipiélago de Estocolmo, y una organización comunista en Uddevalla. Durante la Segunda Guerra Mundial, el castillo albergó a soldados reclutados, lo que contribuyó aún más a su deterioro.
La combinación de abandono y vandalismo eventualmente llevó a la desaparición del castillo. En 1950, Kjell Stolt, un constructor, compró el castillo con la intención de demolerlo para reutilizar la madera. Sin embargo, antes de que pudiera llevar a cabo sus planes, el Castillo de Tureborg fue incendiado la noche del 26 de noviembre de 1950 y se quemó hasta los cimientos.
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A pesar de su trágico final, las ruinas del Castillo de Tureborg siguen siendo uno de los monumentos más icónicos de Uddevalla. En el siglo XXI, el sitio continúa atrayendo visitantes, atraídos por su importancia histórica y el encanto de sus románticas ruinas. Sin embargo, las ruinas han enfrentado desafíos, incluyendo vegetación crecida, vandalismo, basura y deterioro general.
En septiembre de 2014, una organización recién formada llamada la Sociedad de Tureborg tomó la iniciativa de cuidar de las ruinas. Sus esfuerzos incluyeron reparaciones menores y la limpieza de la maleza, ayudando a preservar esta pieza única del patrimonio de Uddevalla.
Hoy en día, el Castillo de Tureborg se erige como un recordatorio conmovedor del sueño de Ture Malmgren y la rica historia de la región. Los visitantes pueden explorar los restos del castillo, imaginando la grandeza y las festividades que una vez llenaron sus salones. Las ruinas ofrecen un vistazo al pasado, donde la visión de un hombre trajo un toque de romance medieval al paisaje sueco. Ya seas un entusiasta de la historia o simplemente busques un sitio pintoresco y evocador para visitar, el Castillo de Tureborg es un destino imprescindible en Uddevalla.
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