El Fort de Villiers, ubicado en la tranquila comuna de Noisy-le-Grand, es un fascinante vestigio del pasado militar de Francia. Construido a finales del siglo XIX, este fuerte formaba parte del sistema Séré de Rivières, una red defensiva diseñada para proteger París de posibles invasores. Hoy en día, se erige como un testimonio de la ingeniosidad y visión estratégica de sus creadores, ofreciendo a los visitantes una mirada fascinante a la historia y arquitectura de las fortificaciones militares.
El Fort de Villiers se construyó entre 1878 y 1880, en un período de alta tensión militar en Europa. Formaba parte de una iniciativa más amplia liderada por Adolphe Thiers, autorizada por la ley del 27 de marzo de 1874, para establecer un cinturón fortificado alrededor de París. Esta iniciativa tenía como objetivo crear un sistema de defensa robusto que pudiera frustrar cualquier intento de sitiar la capital francesa. La sección oriental de esta línea defensiva incluía el Fort de Villiers, junto con el Fort de Champigny y el Fort de Sucy.
Situado a una altitud de 111 metros, el fuerte ocupa una posición estratégica en las alturas sobre el río Marne, cubriendo un área de cuatro hectáreas. Su construcción costó la considerable suma de 12 millones de francos, con 11 millones destinados a las obras de construcción y un millón para la adquisición del terreno necesario.
El diseño del Fort de Villiers es tanto práctico como formidable. Tiene una forma trapezoidal, rodeada por un foso profundo que abarca 800 metros de perímetro. Este foso, flanqueado por dos muros, solo podía cruzarse mediante un único puente de acceso, haciendo que el fuerte fuera extremadamente difícil de asaltar. La tierra excavada del foso se utilizó para reforzar las partes de mampostería del fuerte, mejorando su durabilidad y resistencia al fuego de artillería.
Dentro del fuerte, hay doce plataformas de artillería, separadas por montículos de tierra que cubren las casamatas de municiones. Estas plataformas se posicionaron estratégicamente para proporcionar una cobertura integral del área circundante. El interior del fuerte cuenta con un patio rectangular bordeado por barracones, proporcionando alojamiento y espacio operativo para la guarnición. Las fachadas del fuerte están construidas con piedra labrada y escombros, dándole una apariencia robusta e imponente.
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El Fort de Villiers fue originalmente destinado a albergar una guarnición de infantería y nunca estuvo directamente involucrado en combate. Sin embargo, jugó un papel crucial como elemento disuasorio, contribuyendo a la estrategia defensiva general de París. El fuerte permaneció bajo control militar hasta la década de 1950, después de lo cual fue transferido a la agencia pública de desarrollo EpaMarne.
En julio de 2001, el fuerte fue cedido a la comuna de Noisy-le-Grand. Inicialmente se utilizó para proporcionar alojamiento temporal a familias necesitadas y más tarde sirvió como base para servicios municipales y un club de tiro hasta 2008. Sin embargo, debido a problemas de seguridad relacionados con el deterioro del puente de acceso y árboles inestables, el fuerte fue cerrado al público y quedó abandonado.
La historia del Fort de Villiers tomó un giro positivo en 2008 con la creación de la Asociación de Salvaguardia del Fort de Villiers. Esta organización se dedica a preservar y promover la importancia histórica del fuerte a través de la investigación de archivos y la participación pública. En 2016-2017 se llevó a cabo una importante campaña de renovación, que costó 282,000 euros, para limpiar el fuerte y hacerlo accesible nuevamente.
En 2017, el fuerte parcialmente renovado se abrió al público durante las Jornadas Europeas del Patrimonio, atrayendo la atención sobre su valor histórico y su potencial como espacio comunitario. Las autoridades locales han expresado una visión para transformar el fuerte en un lugar asociativo o colaborativo, apoyado por patrocinio y mecenazgo.
En 2018, el Fort de Villiers se convirtió en el foco del Premio Wilmotte, que reconoce proyectos arquitectónicos sobresalientes destinados a rehabilitar sitios históricos. El proyecto ganador, desarrollado por graduados de la École Nationale Supérieure d'Architecture de Nancy, imagina el fuerte como un centro vibrante en el contexto de los Juegos Olímpicos de Verano de 2024.
Hoy en día, el Fort de Villiers se erige como un símbolo de resiliencia y preservación histórica. Los visitantes pueden explorar sus impresionantes fortificaciones, aprender sobre su papel en la defensa de París y apreciar la ingeniosidad arquitectónica que se empleó en su construcción. Los tranquilos alrededores del fuerte, combinados con su rica historia, lo convierten en un destino único tanto para los entusiastas de la historia como para los turistas casuales.
Ya sea que estés interesado en la historia militar, la arquitectura, o simplemente busques un sitio tranquilo y rico en historia para visitar, el Fort de Villiers ofrece una experiencia cautivadora. Su viaje desde una instalación militar estratégica hasta un espacio orientado a la comunidad es un testimonio del legado duradero de la preservación histórica y la reutilización adaptativa.
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